Desde la infancia hemos buscado
refugio, protección, intentando escapar del sufrimiento y en búsqueda de la
felicidad tal y como hacen todos los seres. Y así, a través del tiempo y de nuestra historia
hemos encontrado seguridad en el regazo de nuestra madre o en los brazos de nuestro
padre, en el estudio, en nuestra profesión, en el dinero, en la casa o en el
coche, en el amor de nuestras parejas. A veces nos han cobijado, pero han sido
refugios temporales, limitados por lo cambiantes que son, por eso a veces nos
hemos sentido expulsados. Puede que planteado de esta manera nazca en nosotros
la necesidad de un refugio verdadero y estable.
Cierra los ojos. Ahora visualiza
delante de ti una imagen idéntica a ti mismo. De tal modo que quien ves ahí
eres tú. Reconoce en ella todos los aspectos positivos con los que te
identificas, puede ser tu capacidad de aprender o atender, el aspecto físico o
alguna habilidad social, puede ser tu creatividad artística o la habilidad que
empleas para resolver algunos conflictos, puede ser esa cualidad que pones en marcha cuando llevas a
cabo tu hobby favorito o estás con esa persona que te reconforta. Observa la
sensación de bienestar y satisfacción emocional que se despierta en tu corazón
cuando visualizas este parte positiva de ti, tu aspecto luz.
Ahora visualiza delante de ti una
segunda imagen idéntica a ti, a tal punto que quien ves allí también eres tú.
Pero ahora reconoce todos aquellos aspectos sombra, como por ejemplo los sufrimientos
emocionales, los interrogantes que te acompañan a lo largo de tu vida, el
enojo, el enfado, el verte limitado, el
miedo al rechazo o la indiferencia, algo
que hiciste o que no hiciste, o que cargas desde el pasado…la imagen que te
devuelve el espejo y no te conforma.
Observa ahora la sensación de
cerrazón en insatisfacción y negatividad emocional que se expande cuando
visualizas esta parte negativa de ti, tu aspecto sombra.
Imagina ahora que tu aspecto
luz, ese idéntico a ti que has imaginado
cargado de toda tu positividad, se acerca con un corazón abierto y luminoso a tu
otro negativo y estrecha en un cálido y tierno abrazo a tu aspecto sombra que
permite que este reconfortante abrazo le alivie hasta extinguir totalmente su pena.
Experimenta como el amor la comprensión
natural y afectuosa que hay en tu corazón te inunda y permite que puedas estar en paz.
Por eso, a veces, lejos del reconfortante
abrazo de terceros, ausente el cariño y la compasión de otros, el refugio más
seguro, la palabra amable, firme pero atenta, la encontramos en nosotros
mismos.
Por eso, es tan indispensable
amarnos, querernos y sujetarnos ante los vaivenes de la vida. ¡Que nuestro
propio aliento sea capaz de alimentarnos y otorgar a nuestro afligido corazón
tanto ánimo como podamos permitirnos!
(Esta pieza meditativa está inspirada y transcrita en gran parte del Curso de Mindfulness impatido por Lucas Burgueño- Psicólogo)